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EL COLOR DE LA “BUENA POLÍTICA” DE SERAFÍN ORTIZ



Enrique Gasga Ventura

La denominada “Buena Política”, que difunde el candidato a diputado local por el VII Distrito por la Coalición “Por Tlaxcala Al Frente”, Serafín Ortiz más que un discurso mediático pone el dedo en la llaga sobre la realidad de los problemas existentes, y de la falta de propuestas claras y objetivas de los candidatos a ocupar algún cargo de elección popular, y quienes en perjuicio de los electores ejercen sólo una cara de la democracia (la que más les conviene), pero en realidad dejan fuera la otra que es la que posibilitaría los satisfactores de los ciudadanos.

En este escenario de una política deficiente que poco o casi nada ayuda a la ciudadanía ejercida por años en México y en Tlaxcala con escasas excepciones; Serafín Ortiz engloba sus propuestas rumbo a la diputación local en un proyecto sustentado en el análisis, el diagnóstico y bajado a la realidad del estado y el país, teniendo como centro de todo una propuesta de solución de los problemas de inseguridad, pobreza e injusticia del individuo y de la comunidad.

Serafín Ortiz deja en evidencia la trampa que los gobernantes desde sus campañas ponen al electorado, en que ofrecen una democracia mutilada sólo sustentada en lo que llama una democracia adjetiva que si bien es la que ha validado la autoridad electoral en el triunfo de muchos gobernantes no es completa.

El candidato Serafín Ortiz que también ha sido presidente del Partido Alianza Ciudadana (PAC), hoy respaldado además por el PAN y PRD ha hecho sin exagerar una campaña incansable llevando a gente de todo el distrito VII lo que él ha denominado “Buena Política”, que se traduce en llevar una democracia entera y no mutilada.

Una democracia completa que Serafín Ortiz explica como una democracia con carácter material; y que no busca otra cosa más que dar como resultado la “satisfacción de necesidades fundamentales como la defensa verdadera de los derechos humanos, la alimentación, el acceso a vivienda, el acceso a la salud, a la educación, al empleo, seguridad, equidad de género, acceso a la justicia y la preservación de un medio ambiente sano”; esto a través de iniciativas de ley claras.

El combatir la corrupción y la impunidad será clave para lograr dichos satisfactores; contrario a lo que muchos candidatos que sólo llevan una bandera llena de verborrea sin sustento; que prometen que van a acabar con la corrupción; pero que no saben cómo; disfrazados de ideólogos y luchadores sociales, pero que en realidad representan al viejo PRI.

Serafín Ortiz ha sido llamado “el hombre de la buena política”, que más allá de ser una frase hecha busca, según ha expuesto, con objetividad la reducción de las desigualdades y la igualdad de oportunidades individuales que a su vez beneficiaría a la colectividad.

Serafín Ortiz es un connotado académico ex presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos que ha recibido reconocimiento mundial como jurista, que no divaga en sueños guajiros; sino que ha logrado bajar la teoría a la práctica en beneficio de la educación profesional; ha presentado iniciativas de ley a favor de sectores vulnerables que han sido frenadas por un grupo de políticos ajenos al bien común.

Serafín Ortiz es un político social de oposición al sistema político corrupto que le ha generado un cúmulo de enemigos que sólo esperan que dé un paso para atacarlo mediáticamente; pero cuyas armas sólo son las del rumor y la guerra sucia respaldada por intereses perversos, que no han hecho mella en su carrera política.

Hoy las campañas presidenciales desde el puntero hasta quien ocupa el último lugar en las encuestas se han dado en el terreno de los ataques mediáticos preponderantemente dejando de lado las propuestas de solución a la grave problemática que ahoga al país, y por supuesto alejadas totalmente de lo que llama Serafín Ortiz “Democracia Sustantiva”, que son los satisfactores materiales que necesitan las personas.

Y si hablamos de los candidatos(as), a diputados(as), locales pues ya se imaginará, están aún mucho más alejados de dicha democracia sustantiva, y sus propuestas fantasiosas -en el mejor de los casos-, están vergonzosamente muy alejadas de la realidad.

Mientras que en otros casos de plano hay un vacío insultante de propuestas y cuyos candidatos(as), sólo son vampiros en espera de que el efecto de la candidatura presidencial del partido que los representa les dé un triunfo que sería ilegítimo a todas luces.

Hoy con Tlaxcala y México viviendo en un fango lleno de pobreza y miseria en muchos casos, a expensas de cientos, miles, millones de delincuentes que buscan afanosamente robarnos lo poco que tenemos -si no es que ya lo hicieron-, con pésimos servicios de salud.

Con múltiples violaciones a nuestros derechos humanos; llenos de opacidad de los gobiernos que abusivamente administran nuestros recursos; en un ambiente dominado por las injusticias, conviene echarle una mirada antes de votar el próximo domingo 1 de julio a propuestas como la de la “buena política”, propuestas que no tienen color partidista, y que mucha falta hacen a Tlaxcala y al país para combatir los graves problemas que nos aquejan.


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